Buika, DIVEM, diversidad

Concha Buika. “Somos gente distinta, diferente, que se siente de muchas partes”

La música siempre ha sido una de las mejores maneras de tender lazos y puentes entre diferentes culturas y realidades sociales. El mestizaje, la exploración de nuevos sonidos, la mezcla de estilos musicales enriquece y muchas veces crea géneros nuevos que beben de diferentes fuentes. En la música estamos más acostumbrados a considerar la diversidad cultural como algo enriquecedor, como un aspecto que suma y que puede mejorar estilos y técnicas, generando trabajos e intérpretes que pueden tener gran éxito a nivel mundial.

Si en la música lo aceptamos y se ve como algo normal, ¿por qué en el mundo empresarial no es tan frecuente ver los aspectos positivos de la diversidad?
Concha Buika es un ejemplo de mujer que hace de la diversidad su bandera y con ella se ha labrado una reputada carrera en el ámbito musical.
Hija de exiliados políticos de Guinea Ecuatorial, creció en Mallorca, donde consideró a la comunidad gitana de la isla como su “segunda familia”. El flamenco fue para ella la vía de escape para huir de la marginalidad y pobreza, y en el año 2000 publicó su primer disco, Mestizüo.

Orgullosa de sus raíces africanas, su herencia española y todas las influencias que ha ido adquiriendo a lo largo de su carrera. Su curriculum es imparables: ha colaborado con cantantes de gran prestigio internacional como Bebo Valdés, Chavela Vargas, Armando Manzanero o Nelly Furtado; tiene en su haber varios Grammys y Discos de Oro; y su voz rota tan característica ha interpretado desde fados, copla española, flamenco, soul, jazz o funk.
Hace unas semanas, Buika fue recibida con gran éxito en Santiago de Chile,  presentaba su nuevo trabajo y en mitad del espectáculo aclaró: “Somos gente distinta, diferente, que se siente de mucha partes”. Ella ha hecho de la música no sólo su profesión y su forma de vida, sino una manera de apostar por la diversidad. Además se ha erigido en defensora de la riqueza que aporta y bebe de todas las influencias de su entorno.

¿No sería posible extrapolar esta situación a otros sectores?

© de la foto: BUIKA, Vivir sin miedo (2015)