¿Quiénes son las personas trabajadoras esenciales?

Son trabajadores y trabajadoras que ofrecen servicios necesarios e imprescindibles en nuestro día a día. Habitualmente su labor no puede realizarse de forma remota, por lo que su presencia física en el puesto de trabajo es vital para que los bienes y servicios que proveen no se vean paralizados bajo ninguna circunstancia.

Estos empleos son ocupados en gran medida por personas migrantes, especialmente los dedicados a actividades agrícolas, servicios sanitarios y de cuidados, logística, distribución y comercio de productos de primera necesidad. La crisis provocada por la COVID-19 nos ha recordado el poco reconocimiento social que se da a este tipo de ocupaciones y ha destacado lo fundamentales e indispensables que son estas personas para nuestra sociedad y para las empresas. Hoy tenemos la oportunidad de ponerlas en valor, considerarlas y cuidarlas como se merecen.

¿Qué trabajos desempeñan?

La pandemia ha puesto de manifiesto la gran dependencia que muchos servicios nacionales de salud tienen de personas de origen extranjero, una proporción que en los países de la OCDE alcanza a uno de cada cuatro profesionales de la medicina y a uno de cada seis en enfermería. Algo parecido ocurre en otros sectores, como en la agricultura, la producción de alimentos y el sector de los cuidados.

Peones agrarios, personal de limpieza, profesionales de la medicina y enfermería, ayuda a domicilio y cuidados, repartidores, auxiliares de caja o reponedores de supermercados, transportistas… Se trata de ocupaciones vitales que han resultado imprescindibles para hacer posible, día tras día, el sustento de nuestras necesidades básicas. En muchas ocasiones, su desempeño se ha llevado a cabo de una forma totalmente invisible y desapercibida. Hoy tenemos la oportunidad de visibilizarlas, ponerlas en valor y considerarlas como esenciales dentro del sector empresarial y en la sociedad.

La población inmigrante está altamente representada en este tipo de ocupaciones menos consideradas socialmente y, en muchas ocasiones, precarias. Además, ha sufrido de forma más directa los efectos de la COVID-19, debido a factores como la mayor exposición de los sectores en los que mayoritariamente trabajan, su mayor presencia en la economía informal, el mayor peso de los contratos temporales o su menor antigüedad laboral.