La gestión de la diversidad cultural en las empresas, un salvavidas para el crecimiento económico en la “España vaciada”

Hemos hablado en múltiples ocasiones de los beneficios que aporta a las empresas una gestión responsable de la diversidad cultural. Es innegable que adoptar una estrategia de diversidad dentro de las organizaciones es una palanca de valor y contribuye al progreso económico y social dando respuesta a muchos de los grandes retos que tenemos como sociedad favoreciendo una construcción de ésta más justa, cohesionada y sostenible.

Uno de los mayores retos a abordar por gobiernos y administraciones es trabajar por la cohesión territorial y la lucha contra la despoblación, aportando soluciones que den respuesta al desafío demográfico –mayor esperanza de vida, la baja natalidad y la concentración de la población en las grandes ciudades…– y la consecuente “España vaciada”. Dar solución a este reto viene marcado por la Agenda 2030, a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible números 8 (Trabajo decente y crecimiento económico), 10 (Reducción de las desigualdades) y 11 (Desarrollo Sostenible), buscando construir comunidades y sociedades comprometidas para atajar las desigualdades entre la esfera rural y la urbana al apostar por un crecimiento económico que sea sostenible, inclusivo, seguro y resiliente.

En el último informe publicado por el Defensor del Pueblo, concretamente en su volumen II, se contempla a las personas migrantes como una de las claves del crecimiento social y económico de nuestro país. Su contribución no solo es importante para aumentar la fuerza laboral –cada vez más envejecida– y el potencial de la economía, sino también para el progreso y la cohesión social y territorial.

Si tenemos en cuenta que en el año 2019 casi un 10 % de la población rural española había nacido en el extranjero, y que para el grupo de edad comprendido de 20 a 39 años –con más posibilidades de tener descendencia– la cifra ronda el 16 %, podemos ver en la población migrante una oportunidad para la sostenibilidad de determinados territorios, según muestran los datos del informe “La inmigración dinamiza la España Rural”, publicado por el Observatorio Social de “la Caixa” a finales del año pasado.

En esta línea, la gestión de la diversidad cultural puede convertirse para muchas empresas en una herramienta clave a la hora de ayudar a atraer y retener talento en estas zonas rurales, que han visto cada vez más reducida y debilitada su fuerza laboral y aumentadas las desigualdades respecto a las grandes ciudades.

Asociaciones empresariales como Promarca, que engloba a la mayor parte de los fabricantes de marcas líderes de alimentación, bebidas, droguería y perfumería de España, ya han puesto el foco en cómo las grandes empresas del sector han contribuido y pueden contribuir a paliar la despoblación de determinadas zonas geográficas de nuestro país, convirtiéndose en una fuente de empleo que “evita que el abandono rural sea aún más grave en España”. Así lo aseguran desde la propia experiencia de esta asociación, remarcando que “este compromiso es esencial para aquellos pueblos alejados de los principales focos de población y cuyos habitantes no lo tienen fácil para desplazarse a diario a otras localidades”.

Para éstas y otras muchas empresas, desarrollar estrategias que fomenten la gestión del talento diverso pueden convertirse, por tanto, en una fuente de valor que ayude a generar oportunidades de crecimiento económico a la par que permite el desarrollo y sostenibilidad del mundo rural dando respuesta e impactando a su vez en los ODS marcados por la Agenda 2030.

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