¿Qué pasos seguir para poner en marcha una estrategia de Responsabilidad Social efectiva?

Gestionar la diversidad es un reto para una empresa, pero también le supone un crecimiento global en muchos aspectos. Para ello es importante planificar una estrategia siempre a medio y largo plazo y teniendo en cuenta factores básicos como el tamaño de la empresa, dónde se ubica geográficamente o si desarrolla algún tipo de subcontratación de servicios… para optimizar los esfuerzos y maximizar los beneficios.

Es importante para la empresa convertir la Responsabilidad Social en una parte esencial de su manera de pensar y actuar, haciendo de ella un aspecto inherente en sus políticas, su cultura organizacional, sus estrategias y sus operaciones.

En rasgos generales, toda planificación de la gestión de la diversidad debería seguir unos pasos:

  1. En primer lugar, es necesario elaborar un diagnóstico sobre la realidad en que se encuentra la empresa. Es imprescindible partir de un análisis completo de la situación, que incluya la visión y estrategia de la empresa, la cultura o identidad de la misma, la relación con los diferentes grupos de interés, o las relaciones a nivel interno (por ejemplo, cómo se trabaja en equipo, el estilo de liderazgo de los directivos, las políticas de Recursos Humanos…) Para ello se puede contar con herramientas donde se establezcan de manera individualizada las fortalezas, debilidades, amenazas y oportunidades de la empresa, así como las vías de mejora y actuación.
  2. Es necesario contar con una o varias personas dentro de la entidad que se dediquen a desarrollar la futura estrategia. Deben ser trabajadores y trabajadoras de referencia a los que se pueda recurrir para cualquier duda o consulta, y que sirvan de interlocutores válidos entre los diferentes grupos de personal. Este equipo de trabajo será el encargado de establecer los requisitos y objetivos, y las vías de actuación que se trabajen, acotando el tiempo y el espacio para realizar un diagnóstico lo más completo posible.
  3. Es importante también, fijar unos objetivos claros y cuantificables que sean realistas con la situación en que se encuentra la empresa, estableciendo las vías de trabajo para alcanzarlos. Por ello es básico formar a la plantilla en todos los niveles. Por ejemplo, para tener en cuenta la diversidad cultural o por origen étnico es interesante una formación en habilidades interculturales y de gestión de la diversidad que garanticen la efectiva inclusión de perfiles diversos en toda la organización.
  4. Es primordial contar con la implicación de todo el personal, que vean que es algo que les va a beneficiar directamente y hacerles partícipes del proyecto, de las ventajas y beneficios, y de todo lo que supone a la empresa y a la sociedad.
  5. Buscar el apoyo de los diferentes grupos de interés de la empresa, que le ayudarán a la consecución de sus objetivos. Se aconseja planificar la gestión de la diversidad desde un departamento concreto de la empresa, pero con una visión global, que implique tanto a los empleados y empleadas como a los cargos directivos.
  6. Para que el aspecto económico no plantee conflictos, es necesario establecer unos presupuestos realistas.
  7. Es necesario contar con el compromiso de la dirección en integrar la gestión de la diversidad en la estrategia de la empresa. Para ello siempre se debe tener en cuenta la misión, visión y valores de la empresa. Solo cuando los responsables de la toma de decisiones en la empresa apuestan por la gestión de la diversidad, es cuando se consigue implantar verdaderamente.
  8. Por último, y no menos importante, es necesario establecer unos mecanismos de seguimiento, con indicadores que evalúen las políticas de gestión de la diversidad y que puedan medir su impacto. Cuando se trabaja en el ámbito de la diversidad y la responsabilidad social, se manejan conceptos de gran subjetividad. Para unificarlos e ir creando unas pautas de trabajo comunes, a la vez que unos recursos mínimos, es frecuente la utilización de indicadores y sistemas de gestión.

Siguiendo estos parámetros, y adecuándolos a las características de la empresa, es posible establecer las bases para gestionar la diversidad de manera adecuada. Esto supone un cambio en la organización y estructura de la empresa, pero como hemos visto, también una serie de mejoras y beneficios en su actividad.