El reto de las empresas para adaptarse a una población cada vez más culturalmente diversa, rica y heterogénea

Recientemente se ha celebrado el Día Mundial de la Población, una fecha que nos sirve para indagar acerca de cómo la población mundial, y en este caso, la española, cada vez es más diversa, heterogénea e intercultural.

Por diversidad de la población se entiende la composición de la misma atendiendo a una serie de características sociodemográficas y físicas, en particular la edad, el género, el origen, la orientación sexual y la discapacidad. Pero si nos centramos solo en el origen, nos encontramos con una realidad cada vez más diversa.

Resaltando algunos datos del Instituto Nacional de Estadística de este mismo año, España está compuesta por algo más de 47 millones de habitantes. El número de personas de origen extranjero residentes en España ha superado por primera vez los 6 millones, a los que habría que añadir algo más de 1 millón de personas extranjeras que adquirieron la nacionalización en los últimos años. Lo que supone que un 10 % de la población en España nació en otro país. Además, si nos centramos en el ámbito laboral, este porcentaje se incrementa hasta el 15 % de los y las trabajadores y trabajadoras que son de origen extranjero.

Este panorama nos presenta una sociedad donde la diversidad se ha convertido en una cuestión social de primer orden vinculada al bienestar y a la convivencia, mostrándonos una ciudadanía cada vez más compleja, líquida y heterogénea. Lo local y lo global se entremezclan reinventándose cada día.

La inmigración es una variable que, entre distintos aportes a la sociedad de acogida se encuentra también la sostenibilidad de nuestro sistema de bienestar a través de su actividad económica, el consumo, el pago de impuestos y sus cotizaciones. En conjunto, el aporte de la población inmigrante a la sociedad española ha significado una mayor apertura y diversidad para la misma, si bien la percepción social en torno a ella sigue siendo ambivalente y cargada en no pocas ocasiones por distintos prejuicios, por lo que debemos apostar decididamente por seguir sensibilizando y comunicando desde una perspectiva intercultural para derribar esos sesgos.

El hecho de tener en nuestra platilla a personas inmigrantes nos da la oportunidad de comunicarnos con otras culturas, de tener un intercambio de nuevas ideas y conocimientos, así como el hecho de visibilizar y enriquecernos de las prácticas culturales e idiosincrasias de estos trabajadores y trabajadoras, entre otros. El intercambio de las experiencias y conocimientos ayuda a mejorar las relaciones interpersonales, y, por lo tanto, también el clima laboral.

Si gestionamos adecuadamente la diversidad en nuestra organización conseguiremos grandes beneficios como un mayor respeto entre los trabajadores, la construcción de una mentalidad más abierta para aceptar diferentes puntos de vista, un incremento de la productividad, potencia la innovación y ayuda a conseguir soluciones más creativas, mejora la reputación, atrae y retiene más talentos… entre muchos otros beneficios intangibles que, al final, también se traducen en beneficios económicos.

Las empresas reflejan a la sociedad y su evolución, por ello desde DIVEM trabajamos la diversidad cultural en el ámbito de la empresa desde diferentes perspectivas de manera simultánea e integral, ayudando a las compañías a realizar una gestión responsable y adecuada para aportar el mayor beneficio social mientras repercute en el provecho de la actividad económica empresarial.

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