Katalin Kariko y Forence Nightindale: ejemplos de diversidad cultural y de género que transforman el mundo

La ejemplar respuesta de la comunidad científica y sanitaria, de empresas privadas e instituciones públicas, en la lucha contra el COVID-19, ha mostrado lo mejor de la humanidad, esa maravillosa capacidad para lograr lo imposible cuando sumamos esfuerzos.

Este esfuerzo de solidaridad nos ha permitido dar respuesta al mayor desafío sanitario del último siglo en menos de un año. Un tiempo de respuesta diez veces inferior al que suele promediar el desarrollo de una vacuna. Las empresas y las instituciones han sido fundamentales para generar estos contextos creativos, si bien, son las personas quienes con su talento, esfuerzo y sacrificio hacen real lo inimaginable.

Por ello, queremos recordar la figura de dos mujeres del ámbito de la ciencia y la salud que demuestran que la diversidad cultural y de género son valores que siempre enriquecen la sociedad y ayudan a construir un mundo mejor.

La primera es Katalin Kariko, la bioquímica que está detrás de las vacunas de Pfizer y Moderna. Esta mujer y migrante de origen húngaro conoció las dificultades que acompañan a quienes llegan a un país sin recursos económicos y sin redes sociales de apoyo. Su determinación por perseverar en la investigación del ARN mensajero le restó apoyos económicos y profesionales, algo que no la detuvo. Hoy, esa investigación es la que ha permitido a las farmacéuticas desarrollar las vacunas en tiempo récord. Y a ella la postulan este año como candidata al premio Nobel de bioquímica.

La segunda, y mención obligada en la semana que celebramos el Día Internacional de la Enfermería, es Florence Nightingale, precursora de la enfermería moderna y primera mujer admitida en la Royal Statistical Society británica. A ella debemos, nada menos, la mejora de las condiciones sanitarias de los hospitales y la profesionalización de la Enfermería. Cada año, miles de enfermeras y enfermeros de todo el planeta efectúan el “Juramento Nightingale” al graduarse, manifestando su compromiso ético con el bienestar de las personas.

Tanto Katalin como Florence son dos referentes imprescindibles que derriban prejuicios y estereotipos, sirviendo de inspiración tanto para todas aquellas personas que deseen desarrollarse profesionalmente en carreras científicas, independientemente de su género o procedencia, como para las empresas que busquen nutrirse de una diversidad que siempre suma y nunca resta.

Desde DIVEM trabajamos para consolidar los valores que permiten a las personas desarrollar su talento y florecer en contextos de trabajo diversos e inclusivos, donde la creatividad despliega todo su potencial y las relaciones se centran en lo humano. Lo hacemos porque sabemos que cuando las empresas suman, las personas multiplican.

¡Únete a las #EmpresasQueSuman!